Mi esposa Neicy fue la mejor gimnasta olímpica de mi país, Bolivia, luego de recoger muchas medallas y trofeos por todo el mundo empezó a estudiar licenciatura en actividad física, durante un examen de atletismo en la universidad hace 9 años ella se percató que las colchonetas reglamentarias para salto con garrocha no estaban instaladas y se lo hizo notar al profesor, éste no hizo caso a la advertencia y obligó a Neicy a saltar bajo amenaza de reprobarla. Como resultado de ese salto mi esposa sufrió un accidente que casi la deja paralítica, cuando llegué a casa la encontré doblada sin poder caminar, la llevé al neurólogo quien luego de practicarle varias radiografías especializadas diagnosticó dos hernias de disco y una fractura de vértebra, pidió que la volviera a llevar en algo más de una semana para ver si necesitaba operación.
Oramos mucho y el Señor obró, cuando fuimos la siguiente vez Neicy ya caminaba erguida, sentía dolor pero se sobreponía. El doctor entonces dijo que operándola no podía mejorar más y que era preferible que aprenda a vivir con la enfermedad y que dejara de hacer deporte.
En estos 8 años el diagnóstico siempre fue el mismo pero no dejamos de orar por Neicy y su espalda, poco a poco los síntomas fueron disminuyendo. Hace más o menos un mes mi esposa cayó por las escaleras de la casa y quedó dolorida de la espalda, preocupados acudimos al mismo médico que fuimos la primera vez, éste le indicó una tomografía y sorprendido verificó que la fractura de vértebra ya no está y que sólo tiene una hernia de disco, le ha dicho que de a poco comience a hacer actividad física de nuevo para que baje de peso. El médico ha expresado que no se explica lo que sucedió y se ha quedado con las radiografías originales.
Dios sanó a Neicy.
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