Yo había sido elegido para dirigir el retiro de carnaval de la Misión Unida Mundial en el Palmar del Oratorio. Desde el primer día observé a un hermano joven y su esposa que trabajaban diligentemente para hacer la vida de los asistentes más cómoda a pesar de que no eran de los organizadores, se las arreglaban para limpiar y ordenar el lugar sin que se lo pidiera nadie y siempre estaban prestos a ayudar a quien lo necesite, sin embargo noté también que a pesar de participar activamente de todo no demostraban la alegría del resto. Busqué la oportunidad de acercarme a él, me enteré que se llamaba Charly y le manifesté que si podía servirle en algo me avisara. Unas horas más tarde Charly me buscó y abrió su corazón, me contó que él y su esposa estaban procurando tener hijos y que los médicos ya les habían dicho que no podrían. Le comenté que el Señor nos había sacado a mi esposa y a mi de una situación similar, le pedí que trajera a su esposa y oré por ambos imponiéndoles las manos.
Un año más tarde yo ya me había olvidado de aquel incidente, me dijeron en la iglesia que en repetidas ocasiones me había buscado un señor pero que no me había encontrado hasta que un domingo al salir del culto lo encuentro, se trataba de Charly, me dice, hermano, necesito que me acompañe a mi auto, yo fui con él y allí estaba su esposa con una barriga enorme y algo más de ocho meses de embarazo.
No hay nada imposible para Dios.
Éxodo 23:26 En tu tierra no habrá mujer que aborte ni que sea estéril, y alargaré el número de tus días.
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